domingo, 28 de abril de 2013


Cuando la última gota de lluvia empapó aquella chaqueta de cuero, supe que todo estaba perdido, ya no había marcha atrás, y tan solo encontré ante mis ojos dos posibilidades, continuar la huida o quedarme en aquel lugar inmerso en la nada, en la última sinfonía que compondrían tus minuciosos dedos al fundirse con  el roce de las teclas del piano.  Necesita huir de aquel lugar, conocer otra gente, y saber que la vida solo dura un par de horas, pero que se convierten en días y los días poco a poco se van convirtiendo en años, hasta quedar en un suspiro de alivio al saber que todo ha terminado, y ya nunca volverás a ver la realidad, nuestra propia realidad. Pero mi genes no me han otorgado las garras que necesitaba, estaba lo suficientemente enamorada como para dejar de lado aquellos nítidos ojos que tan solo se volvían visibles cuando mis labios se fundían al contacto con tu piel. No podía desprenderme de aquellas caricias, y menos, desprenderme de aquel lunar que tan solo, tú y yo sabíamos donde está. 




2 comentarios:

  1. Hola, me encanta tu blog. Te voy a seguir leyendo. Pasate por el mio y a ver que te parece, espero que te guste. BESOS!!

    ResponderEliminar
  2. demasiado bueno
    me encanta como pones las letras
    a través de tus sentimientos

    ResponderEliminar